La posibilidad de entrar en contacto con una cultura diferente y disfrutar a pleno de la naturaleza atravesando ríos, montañas y quebradas por angostas sendas de mulas. Atravesando los cerros tucumanos, siguiendo antiguas sendas mantenidos actualmente por los pobladores. Colmarse los ojos de paisajes infinitos, de inmensidad y de naturaleza. Entrar un poco más en la historia de la gente que nació y se crió en los cerros, comprender mejor su realidad. Cada parada es un mundo diferente y así al tranco, disfrutando de un buen caballo, ingresando lentamente en el paisaje hasta formar parte de él.